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Series que nos relatan y desde las que nos relatamos. Imaginarios compartidos de «jóvenes entre crisis»

By 2 enero, 2024 No Comments

*Lorena Gómez Puertas*

¿Qué tienen La que se avecina o Friends para que chicos y chicas no dejen de verlas una y otra vez? ¿A las personas más jóvenes les asustan distopías como Black Mirror? ¿Por qué prefieren series como La casa de papel o Vikingos? Al conversar sobre estos y otros referentes compartidos por las juventudes españolas a través de las series de ficción no sólo entendemos cómo y por qué las ven, sino también cómo las interpretan y se apropian de ellas según variables de edad, género o nivel socioeconómico y educativo.

El proyecto “Los referentes simbólicos de la ‘generación de las crisis’. Cómo interpretan la ciudadanía, el bienestar y la cultura laboral a partir de las series televisivas más consumidas por la juventud española (2008-2020)”, financiado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud es una propuesta de diálogo abierto que abre la posibilidad de que nos acerquemos a los imaginarios desde los que se conciben y se proyectan a sí mismos como individuos las y los «jóvenes de las crisis», a la vez que evalúan y cuestionan su presente y su futuro colectivo, a través de las series de ficción que ven o dejan de ver.

JÓVENES QUE YA NO VEN LA TELEVISIÓN… PERO SERIES, SÍ
Pintada sobre pantalla de televisión. Autoría: Peggy_Marco. Fuente: Pixabay.

Frases como “Los jueves (tocaba) Los Serrano…” o “Mi abuelo me grababa el final de Aída porque al día siguiente había cole” evocan con una sonrisa aquellas noches en las que se veía la tele en familia, pero hace ya tiempo que en los hogares españoles las personas más jóvenes prefieren elegir qué serie ver, cuándo y cómo, sin depender de nadie. Por ello han abandonado la televisión lineal. Y para el consumo de contenidos de ficción se han individualizado y diversificado en una amplia oferta donde destacan plataformas como Netflix y Amazon Prime Video, pero sobre la que apenas podemos distinguir ciertas prácticas o tendencias.

Se habla de “atracones” de series (binge watching), de “fenómenos de éxito” como El juego del calamar, que ocupan el Top10 durante semanas pero que, a menudo, no coinciden con esas series imprescindibles (must watch) llamadas a formar parte del canon. Pero poco sabemos de los criterios de selección, las motivaciones o los usos que las personas jóvenes hacen de las series de ficción. Y mucho menos de sus procesos de apropiación y resignificación simbólica de las que son, sin duda alguna, el referente narrativo de la cultura popular contemporánea. Porque de series, “todo el mundo habla”.

PRÁCTICAS Y USOS QUE DESVELAN ESTADOS DE ÁNIMO
Joven frente a plataforma de vídeo bajo demanda. Autoría: yousafbhutta. Fuente: Pixabay.

Al conversar y trabajar con las personas jóvenes que participaron en el proyecto, nos sorprendió observar cómo no todas coincidían en estas prácticas de consumo más conocidas, pero sí, en cambio, tendían a reconocerse en el revisionado de comedias que habían formado parte de su consumo infanto-juvenil en familia.

Para la mayoría, las plataformas SVoD (vídeo bajo demanda por suscripción) han facilitado el volver a ver esos capítulos de La que se avecina de los que se saben los diálogos tras años de reposiciones en abierto en las cadenas generalistas y especializadas. Hay quienes aún los ven en familia mientras comen para evitar la actualidad informativa, a quienes les sirve para desconectar de su rutina en el bus o el metro, o incluso, quienes los ponen en casa para “echarse unas risas con los amigos”. Esta práctica de consumo juvenil nos muestra un uso ritualista de las comedias “que no envejecen mal” (como Friends) ahora convertidas en refugio donde se reúnen lo conocido y lo previsible. Pero también nos señala que son el último reducto de distensión, allí dónde las personas jóvenes ubican la risa y la alegría que ya no encuentran al hablar de su presente o del drama y el escaso humor, casi siempre sarcástico, de las series actuales. “Llorar es fácil, reír… no, ya no me río igual”. Al final estas narrativas de la cultura popular conectan con el estado de ánimo de las personas jóvenes participantes en el proyecto, que las ven como una muestra más del pesimismo pragmático que impregna a su generación, la “generación de las crisis”.  

ENTRE CRISIS QUE SE SUCEDEN PERMANENTEMENTE: “VIVIMOS EN LA MEJOR ÉPOCA DE TODAS”
Uniforme de «El juego del calamar». Autoría: sascha_kircher. Fuente: Pixabay.

La escasez de recursos naturales, la emergencia climática, los conflictos armados en constante escalada… son escenarios que reverberan en los relatos distópicos de novelas, sagas cinematográficas y, también, en series televisivas. Las personas jóvenes participantes en el proyecto reconocen la pandemia por COVID-19 como uno de estos escenarios posibles, una crisis más que se superpone a las que han ido conformando su memoria biográfica. Reescriben su propia experiencia desde el ideal de una actitud resiliente que se mueve a caballo entre la impotencia reflexiva como ciudadanos (Fisher, 2009) y la oportunidad de superarse a sí mismos como individuos que asumen todo nuevo reto desde la mentalidad neoliberal.

El mundo que conocen sólo puede ir a peor y no está en sus manos revertir esto. Sin embargo, estas ideas no acaban en el mantra de “ser la generación que va a vivir peor que sus padres”. Al revisar el pasado, las personas jóvenes contraponen los avances en derechos sociales logrados, sobre todo los concernientes a las reivindicaciones de género y del colectivo LGTBIQA+. Este es un tema comúnmente recogido en las series de época, tanto españolas como extranjeras, donde independientemente de las tramas o lo atractivo de sus escenografías, las juventudes de hoy no quisieran haber vivido (ni en el mundo de Los Bridgerton, ni en el de Las chicas del cable).

Porque el pasado no fue necesariamente mejor. Y sí, el futuro es inexorablemente peor, sobre todo en lo laboral y en los riesgos sociotecnológicos ya tan perceptibles con los que angustian series como Black Mirror. Lo que les lleva a la conclusión lógica de que su mejor momento es hoy. Tal y como ellos y ellas señalam: “Vivimos, por tanto, en la mejor época de todas”.

“PROBLEMAS VAMOS A TENER SIEMPRE”: RESILIENCIA, PERSEVERANCIA Y AUTOESTIMA
Figura de John Snow, protagonista de «Juego de Tronos». Autoría: ThorstenF. Fuente: Pixabay.

No hay final feliz, ni tan siquiera tiene sentido soñarlo, “porque problemas vamos a tener siempre”. Se trata de mantenerse vivo en la lucha. De ahí la fuerte conexión de estas juventudes entre crisis con las series de alto componente épico y los personajes que afrontan el fracaso, “se levantan una y otra vez”, fieles a sus proyectos. Son modelos desde los que examinarse a sí mismos, como parte del autoconocimiento y la mejora permanente que requiere lograr ser “tu mejor versión”.

Centrados sobre todo en su desempeño laboral, este uso más instrumental de las series les lleva a admirar la inteligencia y la fortaleza psicológica de los protagonistas de Suits o Prison Break, la resolución creativa de problemas del Profesor en La casa de papel o la perseverancia del director del hospital New Amsterdam. Valoran, a su vez, la determinación de estos personajes, que no atribuyen sólo a su capacidad de esfuerzo o su alta motivación al perseguir un bien común (Ragnar en Vikingos o Clarke en Los 100), sino también a la lealtad de y para con “los suyos”. Este es un elemento común en los discursos de las personas jóvenes participantes del proyecto: a pesar de no querer liderar a la humanidad en su supervivencia (u obrar desde y para la comunidad), sí reconocen la importancia que tiene contar con un “círculo de confianza” en un entorno hostil. La familia, en un sentido no necesariamente tradicional y sí muy restringido, es el enclave moral y el lugar seguro que todo ser humano necesita.

SIN PAPEL EN UN FUTURO COMÚN, REPLIEGUE INDIVIDUAL QUE ACENTÚA DIFERENCIAS
TV y futuro. Autoría: PIRO4D. Fuente: Pixabay.

Este entorno hostil se define casi siempre en términos laborales puesto que ‘lograr/mantener/progresar en’ el trabajo es la arena de lucha donde las personas jóvenes ven que se dirime su futuro como proyecto personal. El trabajo sigue en el centro de las vidas de los más jóvenes, pese a resistirse a construir su identidad en torno a su profesión o tratar de delimitar su peso como medio ya no sólo para sobrevivir, sino para conseguir “vivir (=disfrutar pequeños momentos)”. Aquí emergen tanto discursos que abogan por hallar el “bienestar en la mediocridad” que te libere del mandato de máximo rendimiento, como discursos que revalorizan lo vivencial desde cierta romantización de la austeridad y con ello el tiempo libre a preservar para ti y los tuyos.

Las diferencias más significativas en todos y cada uno de los ejes que abordamos en esta conversación conjunta con las juventudes españolas ‘entre crisis’ se acentúan en la variable socioeconómica y educativa que define a las personas participantes del proyecto. Todas ellas parten de una misma renuncia a lo común que activa la búsqueda de soluciones individuales frente a las adversidades que van a sucederse sin fin. La incapacidad de imaginar un futuro mejor, alternativo a la distopía que han naturalizado como referente simbólico, y sobre todo, el no dar siquiera margen de posibilidad a una acción colectiva, aboca a las personas jóvenes a diferentes relatos de sí mismas. Aquellas con más formación y recursos persiguen la autenticidad y la autonomía, se apoyan en el voluntarismo propio de la cultura terapéutica y evitan la frustración fragmentando en pequeñas metas sus proyectos personales. Mientras que las más vulnerables buscan conformidad desde una ambivalente aceptación de la meritocracia o se abandonan al malestar propio de quien se siente solo ante un fracaso más que probable.

UN DIÁLOGO ABIERTO

Analizar la configuración de los imaginarios culturales compartidos por estas ‘juventudes de las crisis’ a través de las series (mapa temático y de patrones narrativos), e identificar las claves sobre las que se construye el sentido social de estos referentes simbólicos (etnografía participativa), como hemos pretendido con este proyecto, puede ser un punto de partida para comprenderlas y acompañarlas no sólo en sus miedos o sus deseos sino también en esas tan necesarias proyecciones de un futuro colectivo no distópico.


*Lorena Gómez Puertas* es la coordinadora de la publicación “Los referentes simbólicos de la ‘generación de las crisis’. Cómo interpretan la ciudadanía, el bienestar y la cultura laboral a partir de las series televisivas más consumidas por la juventud española (2008-2020)». Pertenece al grupo de investigación MEDIUM.

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